El café americano es uno de los más populares del mundo. Y se lo debemos a la Segunda Guerra Mundial
Hayas bebido café alguna vez o no, seguro que nombres como caffè corretto, caffè macchiato, latte macchiato, ristretto, lungo o cappuccino te suenan a italiano. Incluso la cafetera moka. En otras partes del mundo hay equivalentes con nombres locales y el origen del cappuccino es cuestionable, pero está claro que Italia ha conseguido dejar su impronta en el mundo del café. Y eso que es ahora cuando están empezando a tener plantas cafeteras.
Sin embargo, el café americano es un invento de Estados Unidos. ¿Verdad? Pues no, por mucho que podamos pensar que serían los estadounidenses los que pondrían un nombre tan patriótico a una bebida, realmente no fueron ellos. Y, según algunas historias, el café americano se remonta a la Segunda Guerra Mundial y, cómo no, al frente italiano.
El motín del té. Lo cierto es que Estados Unidos está haciendo tanto como Italia para que el país sea sinónimo de café. Los norteamericanos tienen una cultura cafetera peculiar en la que esta bebida, en ciertos lugares, es como el agua. El café de filtro se ha visto a lo largo y ancho de series y películas de finales del siglo pasado y muchos tenemos esa imagen del detective llegando a comisaría y, antes de saludar a nadie, llenar una taza con un café recalentado.
Lo curioso es que, en época colonial, el té era el rey en Norteamérica. Cuando llegó la revolución y el Motín del Té de Boston (debido a que los británicos querían imponer impuestos a la bebida), las cosas cambiaron y el café no sólo se empezó a hacer hueco en los hogares, sino que los conquistó. A mediados del siglo XIX, algunas empresas empezaron a tostar café y empaquetarlo para venderlo a los rancheros y, además de ser una bebida ideal para el trabajo duro, era una mina de oro para tostaderos como Folgers o Arbuckes. Esta última se autoproclama como la compañía de café que conquistó el oeste.
Guerras mundiales. La época de los vaqueros paso y se inició la de las grandes guerras. En la Primera Guerra Mundial, los dos millones de soldados estadounidenses que participaron tomaban café tres veces al día, una costumbre que mantuvieron cuando regresaron a casa. La cafeína tenía mucho que ver en el consumo de los soldados, pero también era un ritual para relajarse con los compañeros.
En la Segunda Guerra Mundial, los militares estadounidenses llegaban a consumir 15 kilos de café por persona al año. Era una cantidad enorme, por lo que el propio Cuerpo de Intendencia del Ejército se puso manos a la masa para tostar, moler y envasar al vacío el café con el objetivo de poder mandarlo a Europa. Hay fotografías de soldados relajándose con un café tras un combate y es algo que se ha mostrado tanto en películas como en series bélicas. La fantástica 'Hermanos de sangre' es un ejemplo.
Café y guerra. Sin embargo, algo que ocurre en épocas de guerra es la escasez de suministros, y el café también sufrió las consecuencias. En las cartillas de racionamiento había dosis de café instantáneo, pero no eran tan fácil conseguir un buen café debido a que, a Europa, el café llegaba desde Asia y Sudamérica. Y no estaba la cosa como para continuar con el comercio como hasta los tiempos antes de la guerra.
Hamburgo tenía una de las mayores reservas de café, pero Francia o Gran Bretaña sufrieron de escasez y sólo podían comprar a países neutrales. En Alemania más de lo mismo y los civiles no pudieron acceder al café tanto como les gustaría debido a que las reservas se destinaban a abastecer a los militares.
Italia, el paraíso cafetero. Sin embargo, los soldados norteamericanos destinados en Italia pensaron que ellos se librarían de la escasez debido a que estaban en el país más cafetero del continente. Aquí entramos en el terreno de la leyenda sobre la creación del café americano que, más que el nombre de una preparación, es "un café para los americanos".
El motivo es que los soldados estaban acostumbrados al café de filtro, que es bastante suave en comparación con el espresso que los norteamericanos encontraron en las cafeterías italianas. Por tanto, los baristas empezaron a servir el espresso junto a una taza de agua caliente para que los soldados lo diluyeran. Como la opción se hizo popular, los baristas empezaron a hacer el espresso directamente en un recipiente grande al que añadían agua caliente.
Hay varias versiones, algunas contradictorias y otras que afirman que no fueron los baristas los que lo diluían, sino los propios soldados, pero se estima que este fue el nacimiento del café americano que conocemos hoy día.
El americano perfecto. Ahora que conocemos los orígenes, vamos a preparar un americano. No es una bebida que particularmente me guste, pero en algunas ocasiones no está mal tener un café algo más suave y, básicamente, lo que hay que hacer es calentar agua (como quieras, aunque yo lo suelo hacer en un hervidor eléctrico), verterla en una taza y preparar un espresso directamente en esa taza. El siguiente paso sería beberlo, ¿verdad? Pues… no, hay que esperar un poco.
El motivo es que, como el barista James Hoffmann contó hace unos años, la crema del café espresso queda genial y aporta matices cuando tomamos un espresso, pero es algo amarga y no es tan bien recibida en preparaciones más suaves. Por tanto, habría que esperar unos segundos a que toda la crema se quede en la parte superior y, con una o dos cucharas, retirarla. El motivo es que esa crema tiene diminutas partículas de café responsables de ese amargor.
Hecho esto, podremos disfrutar de un café suave y sin ese toque amargo que la espuma aporta.
Imágenes | Ramon FVelasquez, National Park Service
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La noticia El café americano es uno de los más populares del mundo. Y se lo debemos a la Segunda Guerra Mundial fue publicada originalmente en Xataka por Alejandro Alcolea .
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